—Robert Nasi es Director General de CIFOR y Director Gerente de ICRAF—
Hacia finales del año pasado, todo parecía “estar listo” en cuanto a las aspiraciones mundiales para poner fin a la deforestación. Tanto los gobiernos como las empresas parecían estar empezando a reconocer el papel central que cumplen los ecosistemas forestales en la lucha contra el cambio climático y la pérdida de la diversidad biológica.
El nuevo pacto de líderes sobre los bosques y el uso de la tierra acordado en la COP26 de Glasgow, abarca el 90 por ciento de los bosques vinculados a una cuarta parte del comercio mundial de materias primas que presentan riesgos de deforestación; e incluye un total de USD 19 000 millones en compromisos por parte de gobiernos y empresas.
Empresas dedicadas al comercio e instituciones financieras con casi USD 9 billones en activos también se han unido a la meta, y se han realizado compromisos por cerca de USD 1700 millones para apoyar el liderazgo y los derechos de tenencia de la tierra de los pueblos indígenas.
Sin embargo, un tercio de las 350 empresas y casi dos tercios de las instituciones financieras aún no cuentan con políticas o compromisos relacionados con la deforestación, según una encuesta de Global Canopy en su octava lista anual Forest 500.
“Las empresas detrás de este comercio son financiadas con USD 5500 millones —el doble del producto interno bruto del Reino Unido— en préstamos e inversiones de instituciones financieras que no están tomando las medidas adecuadas para abordar el riesgo que esto representa”, escribe Sarah Draper, gerenta del programa de desempeño corporativo de Global Canopy.
Draper agrega: “Si bien bancos como Barclays, HSBC y JP Morgan tienen sus propias políticas relacionadas con la deforestación, siguen brindando financiamiento a empresas que no tienen políticas de ningún tipo al respecto. Estas instituciones no informan sobre su relación con dichas empresas, por lo que no podemos estar seguros de que estén implementando sus compromisos relacionados con la deforestación en lo absoluto”.
Las 93 instituciones financieras sin políticas de deforestación proporcionan USD 2600 millones en financiamiento a las empresas con mayor exposición al riesgo de deforestación, según el informe de Global Canopy.
Los hallazgos indican que el sistema de comercio internacional —que continúa obstaculizando los esfuerzos para cambiar el escenario tradicional de negocios o business-as-usual — requiere ser rediseñado.
¿LUCES DE ESPERANZA?
En paralelo a este creciente número de acciones y compromisos —aunque siguen estando lejos de ser suficientes—, están surgiendo señales débiles pero positivas provenientes de salas de juntas corporativas.
La carta de 2022 de Larry Fink a los directores ejecutivos del mundo dice que “las empresas están adaptando sus negocios a los enormes cambios que está experimentando la economía”, poniendo énfasis en que se debe prestar más atención al medioambiente y no quedarse simplemente en las palabras.
Como director ejecutivo de la administradora de activos más grande del mundo, BlackRock, Fink escribe que la compañía se centra en la sostenibilidad “no porque seamos ambientalistas, sino porque somos capitalistas y fiduciarios de nuestros clientes”.
Fink exige que las empresas en las que invierte BlackRock establezcan objetivos a corto, mediano y largo plazo para la reducción de gases de efecto invernadero, afirmando que estos son esenciales para los intereses económicos a largo plazo de los accionistas y enfatizando la importancia de la capacidad de adaptación de las empresas a los riesgos relacionados con el cambio climático.
Otro director ejecutivo, Mark Versey de Aviva Investors, un importante fondo de inversión británico planteó en una carta dirigida a 1500 empresas en 30 países que las bonificaciones para los ejecutivos de la empresa deberían reflejar qué tan bien se han cumplido los objetivos de sostenibilidad —incluidos los relativos a la diversidad biológica y los derechos humanos—. Los líderes empresariales deben rendir cuentas si no se cumplen dichos objetivos, dijo, y agregó que se pedirá a todas las empresas que desarrollen un plan de transición para el cambio climático, según varios informes.
Además, algunas importantes nuevas iniciativas de políticas gubernamentales que están actualmente en discusión tal vez puedan indicar también una tendencia positiva.
Gran Bretaña está considerando una nueva legislación para hacer ilegal que las grandes empresas que comercian en el país utilicen materias primas asociadas con la pérdida de bosques a gran escala, como cacao, carne de res, soya, café, maíz y aceite de palma, si estos no se producen de acuerdo con las leyes locales pertinentes.
La Unión Europea también está proponiendo nuevas regulaciones con respecto a las empresas dedicadas a la importación y exportación de bienes. La idea es presionar a las empresas en las que invierten para que desarrollen cadenas de suministro libres de deforestación y productos libres de deforestación. Estas regulaciones establecerían leyes de debida diligencia obligatorias para el comercio de productos básicos que impliquen riesgo de deforestación, como soya, carne de res, aceite de palma, madera, cacao y café, y algunos productos derivados, como cuero, chocolate y muebles.
En los Estados Unidos, se está discutiendo un nuevo proyecto de ley para prevenir la deforestación ilegal mediante la prohibición de la importación de productos elaborados con materias primas producidas en tierras sometidas a deforestación ilegal, y para otros fines.
Porque, al fin y al cabo, incluso si el último árbol talado se hizo de manera legal, sigue siendo el último árbol.
Estas acciones reconocen que la deforestación de los trópicos es impulsada en gran medida por la expansión agrícola que busca abrir paso a materias primas, y la necesidad de “reparar” las cadenas de valor. También reconocen los hallazgos del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), el cual estima que el 23 % del total de las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por el ser humano provienen de la agricultura, la forestería y otros usos de la tierra.
Sin embargo, críticas a las iniciativas de políticas también persisten: no se incluyen todas las materias primas con alto riesgo para los bosques ni las formas procesadas de las materias primas; no se reconoce el alto porcentaje de pequeñas y medianas empresas por no ser consideradas un motivo de preocupación; y las distinciones entre bosques naturales y plantaciones no están claras.
Esto significa que la conversión de bosques en plantaciones de árboles no sería considerada deforestación, aunque podría considerarse degradación forestal, señala Fern, una organización de justicia forestal con sede en la Unión Europea. Además, la definición de deforestación en el texto propuesto por la Unión Europea es “conversión de bosques en agricultura”, lo que significa que se aprobaría la deforestación para dar paso a una mina o una carretera.
MISIÓN CONJUNTA
Estos esfuerzos están respaldados formalmente a escala internacional no solo por las Convenciones de Río sobre diversidad biológica, cambio climático y desertificación, establecidas por primera vez hace 30 años en la Cumbre de la Tierra de 1992 y que se encuentran en constante evolución, sino también por una multitud de pactos y acuerdos de apoyo, incluidos los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y la Declaración de Nueva York sobre los Bosques.
Entre sus recomendaciones, Global Canopy insta a las empresas e instituciones financieras denominadas Forest 500 a incluir protecciones frente a abusos de los derechos humanos mediante el establecimiento de compromisos sólidos y políticas relacionadas con la deforestación.
Muchas economías de mercado emergentes y en desarrollo que dependen de las exportaciones de materias primas están atadas a los ciclos de auge y caída de sus precios. El más reciente informe Global Economic Prospects del Banco Mundial afirma que estos ciclos han sido particularmente intensos en los últimos dos años, en un momento en que los precios de las materias primas colapsaron a la sombra de la pandemia de la COVID-19 y luego volvieron a subir el año pasado.
“Los auges de los precios de las materias primas desde la década de 1970 han tendido a ser más grandes que las caídas, creando oportunidades significativas para un crecimiento más sólido y sostenible en los países exportadores de materias primas, si emplean políticas disciplinadas durante los auges para aprovechar las ganancias inesperadas”, afirma el banco.
Los científicos del Centro para la Investigación Forestal Internacional y el Centro Internacional de Investigación Agroforestal (CIFOR-ICRAF) están observando y registrando el impacto perjudicial de la crisis climática en las materias primas.
Sus hallazgos dan sustento a un argumento a favor de una gestión integrada sostenible del paisaje para asegurar el futuro de las materias primas, lo que puede ayudar a proteger las economías, a los financistas, a las empresas y a los inversionistas, y al mismo tiempo proteger sus carteras a largo plazo.
Además de recomendar que los gobiernos implementen marcos legislativos, Global Canopy también recomienda que las empresas y las instituciones financieras se unan a las iniciativas multiactor para crear conciencia y permitir la colaboración intersectorial.
La investigación realizada por CIFOR-ICRAF ha analizado la eficacia de los foros multiactor para apoyar el cambio transformador. Al reunir a personas de todos los sectores para discutir la gestión de la tierra y al diseñar procedimientos para abordar las desigualdades de poder y garantizar la inclusión, se pueden lograr resultados exitosos.
Un manual titulado ¿Cómo vamos? Una herramienta para reflexionar sobre el proceso, los avances y las prioridades de su foro multiactor ofrece consejos prácticos e información sobre las formas de alcanzar objetivos integrados y sostenibles compartidos en los paisajes. Permite que los organizadores y participantes de foros multiactor identifiquen y consideren desafíos, y al mismo tiempo apoya el aprendizaje social que puede conducir a estrategias para lograr objetivos de manera equitativa y eficaz.
Se trata de una herramienta única porque fue desarrollada de manera conjunta con miembros de varios foros multiactor subnacionales y está destinada a ser usada por los participantes, no por los evaluadores externos.
Otra labor de CIFOR-ICRAF consiste en explorar contextos históricos que demuestran cambios que han ocurrido a lo largo del tiempo debido al cambio climático y a actividades agrícolas y de extracción. Dos nuevos estudios rastrean la historia del comercio de karité en África occidental desde finales del siglo XIX hasta la actualidad, arrojando luz sobre cómo se ha comercializado y producido la rica manteca de nuez, del ámbito local al internacional, en el sector de cosméticos de nicho y en la industria de alimentos a gran escala.
A medida que los árboles de karité van desapareciendo, también lo hacen los medios de subsistencia de las mujeres que los gestionan. Los resultados de investigación detallan las consecuencias para la población local, los paisajes, los servicios ecosistémicos locales, el calentamiento global, el comercio regional e internacional y los mercados de productos básicos.
Estos son solo algunos ejemplos de una cantidad incalculable de materiales producidos por los equipos de CIFOR-ICRAF que exploran la interrelación entre las actividades humanas y la degradación del paisaje, ofreciendo ideas y soluciones para mejorar la gestión de la tierra.
Los esquemas de certificación de materias primas son otra área de especialización: mediante la evaluación de la eficacia y los peligros de varias operaciones que producen productos básicos poniendo en riesgo a los bosques, las empresas y los pequeños propietarios se benefician.
Otros equipos se están dedicando a examinar el papel de la vida silvestre y la carne de monte en las dietas de las comunidades que habitan en los bosques y el alto potencial de transmisión de enfermedades cuando estos son talados, pues la salud también es una consideración clave, e incluye, la del impacto de los incendios forestales y la humareda tóxica en las personas, los paisajes y el clima.
Esto, sumado a los valiosos análisis que la amplia red de investigadores y formuladores de políticas asociados con CIFOR-ICRAF ofrecen en nuestros distintos canales, demuestran el compromiso y las contribuciones que podemos alcanzar en la meta de resolver los desafíos globales que nos apremian. Seguiremos en la marcha.
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