Uno de los éxitos iniciales de los esfuerzos para enfrentar el calentamiento global ha sido el impulso renovado por hacer frente a la deforestación en algunos de los últimos bosques tropicales que quedan en el mundo.
Pero el programa de Reducción de Emisiones Derivadas de la Deforestación y la Degradación de los bosques (REDD+) —una iniciativa de las Naciones Unidas para mejorar el manejo forestal con el fin de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero— se ha visto perjudicado por la falta de datos fiables que ayuden a los formuladores de políticas a cuantificar la biomasa existente en los bosques de África, el Sureste Asiático y América Latina.
Hay varios grupos de datos disponibles para los países que desean cuantificar su biomasa y, con ello, establecer una línea de base que les permita demostrar sus progresos en la reducción de la deforestación. Sin embargo, como esos datos dependen en gran medida de datos satelitales a menudo han sido criticados por ser inadecuados.
“Los mapas actuales utilizan imágenes satelitales para cubrir grandes extensiones, pero las imágenes satelitales no muestran cuánta biomasa hay”, afirma Valerio Avitabile, un investigador postdoctoral del Centro para Geoinformación de la Universidad de Wageningen. Avitabile trabaja actualmente en un estudio comparativo global sobre REDD+ que está desarrollando el Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR).
La biomasa forestal solo se puede medir sobre el terreno, y la teledetección por satélite puede ayudar a ampliar esos datos para elaborar grandes mapas globales”.
“Solo ven si hay bosques y las características de estos. Pero la biomasa guarda una relación indirecta con las imágenes satelitales, por lo que se requiere un modelo para relacionar los datos de campo con los datos satelitales”, explica. “Los satélites solo ven la parte superior del dosel, por eso hay distintos modelos para estimar la biomasa a partir de imágenes satelitales”.
BAJO EL DOSEL
Actualmente, un equipo internacional dirigido por Avitabile ha desarrollado un mapa que incluido en un estudio publicado por Global Change Biology el pasado enero y que puede representar un gran paso hacia adelante.
Al combinar dos mapas existentes de biomasa a gran escala, basados en gran medida en datos satelitales con información de unas 14 000 parcelas sobre el terreno, los autores consideran que cuentan con una forma más precisa de calcular la biomasa forestal; especialmente considerando que los mapas anteriores solo usaban unos pocos miles de parcelas en sus modelos.
“El cambio climático se ve impulsado por el aumento de carbono en la atmósfera, gran parte del cual proviene de la deforestación en los trópicos”, según Avitabile. “Para saber realmente cuánto carbono se está emitiendo, debemos conocer la tasa de deforestación, así como cuánta biomasa hay en el bosque”.
La biomasa forestal puede medirse solamente sobre el terreno, y la teledetección por satélite puede ampliar esos datos para elaborar grandes mapas globales.
DE ABAJO HACIA ARRIBA
Martin Herold, coautor del estudio de la Universidad de Wageningen, explicó que el mapa que han elaborado ofrece un enfoque “de abajo hacia arriba” para cuantificar la biomasa.
“La biomasa forestal solo se puede medir sobre el terreno, y la teledetección por satélite puede ayudar a ampliar esos datos para elaborar grandes mapas globales”, explica. “Una fuente de datos aporta la precisión mientras que la otra aporta la cobertura. Cuando combinas las dos de manera inteligente, obtienes lo mejor de ambas”.
Según Avitabile, el nuevo mapa mostró que las cantidades totales de biomasa eran muy similares a las tasas cuantificadas por los mapas existentes. Pero descubrieron que los mapas anteriores subestimaron la cantidad de biomasa en bosques tropicales más densos y sobrestimaron la cantidad en bosques secos de fácil acceso.
Para países como Indonesia y Brasil, donde un gran porcentaje de las emisiones proviene de la deforestación, esas diferencias podrían ser cruciales. Según el REDD Desk, un proyecto del programa Global Canopy, aproximadamente el 85 por ciento de las emisiones de Indonesia proceden del uso de la tierra, incluyendo el 37 por ciento de la deforestación.
LISTOS PARA REDD+
Con datos más precisos, los más de 50 países que desean participar en REDD+, podrían elaborar inventarios nacionales de sus reservas de carbono más fiables.
Así podrían ser capaces de obtener financiamiento de países más ricos a cambio de proteger sus bosques, según la idea del mecanismo de RRED+.
“Idealmente los países deben desarrollar un inventario nacional del carbono forestal para las estimaciones de sus reservas de carbono”, explica Herold. “En los casos en los que no se dispone de uno, o hay pocos datos de campo, se podrían utilizar datos locales y nacionales y con ellos recalibrar los datos del mapa disponibles a gran escala para las circunstancias regionales y nacionales.
Los mapas mejorados también pueden ayudar a los países a comprender mejor las consecuencias de dónde está teniendo lugar exactamente la deforestación para que puedan supervisar mejor sus recursos.
“Como la mayor parte de la deforestación está ocurriendo en bosques densos y húmedos como la Amazonía o Borneo, las emisiones son superiores a las estimadas en mapas anteriores”, afirma Avitabile.
“Esto es importante porque ayuda a cuantificar mejor las emisiones de la deforestación, que están directamente relacionadas con la cantidad de biomasa del bosque”, dice. “Si se deforestan áreas húmedas, las emisiones serán mayores que las de los bosques secos”.
Avitabile reconoció que su enfoque presenta algunas dificultades, en parte a causa de que la adquisición de datos sobre el terreno es más costosa que basarse en datos satelitales, y puede requerir mucho tiempo porque el acceso a los bosques tropicales puede ser difícil.
Aun así él cree que este mapa es una mejora a lo que ya existe. Además, el proyecto forma parte de un impulso creciente para mejorar los mapas en los próximos años, especialmente cuando que la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de los EE. UU. (NASA) y la Agencia Espacial Europea han lanzado satélites destinados a cuantificar la biomasa forestal.
“El problema tiene dos partes: una es mostrar qué está sucediendo con la deforestación, y la otra es mostrar cuánta biomasa hay en los bosques”, dice. “Estoy trabajando en resolver la segunda parte del problema”.
“Para avanzar necesitamos más datos de campo y mejor integración con los datos de teledetección”, explica. “Así que queda trabajo por hacer”.
Esta investigación forma parte del Programa de Investigación del CGIAR sobre Bosques, Árboles y Agroforestería.
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