Durante mucho tiempo, la restauración de paisajes se ha visto eclipsada por la conservación forestal cuando hablamos de estrategias basadas en los ecosistemas para enfrentar el cambio climático.
Pero ahora, los científicos y estrategas del clima están pidiendo que se dé un mayor reconocimiento al aporte de la restauración del paisaje para la mitigación y adaptación al cambio climático.
“Dejemos de llamarlos ‘cobeneficios’, dijo Stewart Maginnis, director global del Grupo de Soluciones Basadas en la Naturaleza de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). “Se trata de beneficios reales y tangibles”.
Maginnis hizo estas declaraciones en un panel compuesto por representantes gubernamentales, promotores y científicos durante el Global Landscapes Forum de 2015 en París, en diciembre pasado.
La restauración del paisaje fue uno de los temas centrales del Foro, que reunió a 3.200 personas de todos los sectores y regiones para discutir el papel los distintos sectores de la tierra en el logro de los objetivos climáticos y de desarrollo.
Maginnis se refirió al Desafío de Bonn, un ambicioso objetivo fijado en 2011 que contempla la restauración de 150 millones de hectáreas de tierras degradadas para el año 2020. Si lo cumplimos, dijo, los bosques retirarían una gigatonelada de dióxido de carbono de la atmósfera cada año, además de impulsar el rendimiento de los cultivos y proteger las cuencas hidrográficas, lo que representaría beneficios por un valor de varios miles de millones de dólares.
Ian Gray, especialista ambiental senior del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés), formuló observaciones similares. “Ahora que ya no es marginada como una suerte de ‘pasatiempo’ dentro de las estrategias para enfrentar el cambio climático, la restauración forestal debe ubicarse al mismo nivel que la conservación forestal y ser considerada como una verdadera fuerza para avanzar hacia el futuro y alcanzar objetivos”, dijo.
LA FUERZA DE LAS PERSONAS
Aproximadamente 86 millones de hectáreas de bosques ya han sido destinadas para la restauración por los países del mundo como parte del Desafío de Bonn, casi un 60 % de la meta, a cinco años del término del plazo establecido.
Entre las principales nuevas iniciativas está la AFR100, que fue lanzada en una sesión separada del mismo Foro. Mediante ésta, más de una docena de naciones africanas se han comprometido a restaurar 100 millones de hectáreas para el año 2030.
En cuanto a América Latina, la iniciativa 20×20 también anunció una ampliación de sus metas durante el Global Landscapes Forum: cuatro países sudamericanos y centroamericanos han comprometido más de 8,5 millones de hectáreas para la restauración, incluyendo 2,9 millones de hectáreas tan solo en el estado brasileño de Mato Grosso, en adición a los compromisos asumidos en el 2014.
Pero Bianca Jagger, presidenta de la Fundación por los Derechos Humanos Bianca Jagger y embajadora del Desafío de Bonn, advirtió que la manera de cumplir con los objetivos es tan importante como el número de hectáreas comprometidas.
“No se trata solo de plantar árboles”, dijo Jagger. “Lo más importante del Desafío de Bonn es que las personas son el elemento central de esta iniciativa”.
Jagger citó el caso de Níger, donde los agricultores locales consiguieron restaurar 5 millones de hectáreas de tierras degradadas. Indicó que, al contar con más árboles, las comunidades de esta nación del Sahel ahora cuentan con un mejor acceso a la leña, y que la mayor cantidad de árboles ha contribuido a un incremento de los rendimientos de los cultivos en 100 kilogramos por hectárea, un beneficio que permite alimentar a 2,5 millones de personas adicionales por año, en un país que se encuentra en una situación de inseguridad alimentaria crónica.
Este tipo de restauración demuestra el poder de las comunidades locales que se encuentran en la primera línea frente al cambio climático, dijo Jagger, añadiendo: “Aun si los líderes mundiales fracasan, esta será una solución”.
COMPROMISOS PARA SIEMPRE
Las declaraciones de Jagger destacaron la importancia de los grupos locales e indígenas.
José Vilialdo Díaz, jefe del Departamento de Cambio Climático del Instituto Nacional de Bosques de Guatemala, país donde los indígenas constituyen el 50 % de la población, concordó con ella: “El elemento central de la restauración del paisaje son las personas”, dijo.
Emmanuel Niyonkuru, ministro de Agua, Medio Ambiente, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano de Burundi, señaló que las políticas gubernamentales debían ser “inclusivas e integradoras” con las personas de cada país, en especial durante la negociación de los detalles de un marco como REDD+, proceso que Burundi está llevando a cabo actualmente.
Esa línea de pensamiento va de la mano con el enfoque de paisajes para el desarrollo sostenible; cuando, por ejemplo, se buscan formas de mantener los medios de vida al mismo tiempo que se restauran los bosques.
“No es posible cumplir con los objetivos y aspiraciones de la restauración del paisaje sin abordar plenamente la agroforestería que sostiene a los pequeños agricultores”, dijo Maginnis. “Si ignoramos esto y solo nos centramos en las plantaciones a gran escala, por ejemplo, perderemos de vista los objetivos detrás de la restauración del paisaje”.
Y dado que el cambio climático no es un problema de corto plazo, es necesario diseñar soluciones para el largo plazo, como señaló el comoderador Peter Besseau, director de la División de Asuntos Internacionales del Servicio Forestal Canadiense.
“No estamos comprometiendo a las personas para mañana o para un proyecto”, dijo Besseau. “Las estamos comprometiendo para siempre”.
Según Gray, para cumplir con objetivos como los establecidos en el Desafío de Bonn, debemos dar a la restauración forestal todas las posibilidades de éxito: “Tenemos una segunda oportunidad con estos paisajes. Hagamos que esta vez realmente funcione”.
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