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Es muy pronto para enterrar a REDD+

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¿Ha muerto REDD+? El ambicioso plan de reducir las emisiones de carbono en la región tropical mediante la prevención de la deforestación y degradación del bosque está por cumplir diez años, y no ha alcanzado a cumplir todas las expectativas.

El progreso ha sido lento y no está claro cuánto bosque se ha logrado salvar.

Algunos críticos  han sugerido por ende que REDD+ ha cumplido su vida útil y que es hora de intentar algo nuevo. Pero investigadores del Centro para la Investigación Forestal Internacional  (CIFOR), quienes han estado estudiando de cerca la implementación del esquema desde el año 2009, sostienen que REDD+, a pesar de sus problemas, no ha muerto.

“Si se culpa a la intervención en sí misma, se hace implícito que existe otra cura milagrosa para el problema de la deforestación” sostiene Arild Angelsen, investigador asociado a CIFOR y profesor de economía de la Universidad de Ciencias de la Vida de Noruega.

“Es como culpar a la medicina y no a la enfermedad del paciente. Lo que justamente prepara el terreno para la próxima moda”.

En una Carta en la revista Conservation Biology, Angelsen y sus colegas respondieron a las opiniones de Robert Fletcher y sus coautores, quienes recientemente sostuvieron que REDD+ había fallado debido a que la idea subyacente era imperfecta, es decir que los esquemas con base en el mercado y los pagos por servicios ambientales (PSA) son fundamentalmente contradictorios y no funcionan.

Esto no representa lo que REDD+ es ahora, sostienen los investigadores de CIFOR. Aunque que el esquema se concibió inicialmente como un instrumento con base en el mercado que obtendría su financiamiento de un inmenso mercado mundial de carbono, esa visión no refleja la realidad actual.

Ante la ausencia de tal mercado, REDD+ ha evolucionado desde entonces en una forma de ayuda que se basa en resultados, con varios tipos de financiamiento por parte de los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado. Solo una pequeña porción de más de  330  iniciativas REDD+ en todo el mundo dependen de pagos provenientes del mercado voluntario de carbono.

Esto significa que no tiene sentido culpar de las decepciones de REDD+ a los problemas inherentes que supone la conservación con base en mercados ya que no se trata de una intervención con base en el mercado, sostiene el investigador.

Los resultados de las acciones para la conservación dependen de un amplio rango de variables, no solo de su diseño inicial, afirma Angelsen.

Los intereses de siempre (business-as-usual), esos que se benefician de la conversión del bosque, continúan siendo muy poderosos, afirma, y REDD+ no ha sido implementado a una escala necesaria tal que contrarreste en su totalidad esos intereses.

La investigadora de CIFOR y coautora Amy Duchelle afirma que un mensaje clave de la Carta que publicaron es la necesidad de analizar con rigor los impactos de los diferentes enfoques de conservación, incluyendo REDD+, antes de etiquetarlos como modas o fracasos para  avanzar hacia una gran idea nueva.

“De otro modo perdemos la oportunidad de aprender lecciones importantes —con base en evidencia empírica— sobre por qué han funcionado o no diferentes enfoques bajo circunstancias diferentes”, dice Duchelle.

PROBLEMAS ESPINOSOS

El Estudio Comparativo Global sobre REDD+ de CIFOR del cual Duchelle es parte, está orientado a brindar evidencia empírica del impacto de este esquema en las políticas y la práctica. El componente de investigación, el cual se enfoca en las iniciativas subnacionales REDD+, evalúa los impactos de 22 iniciativas en los bosques de seis países tropicales con base en información obtenida en 150 poblaciones y cerca de 4000 hogares (incluyendo grupos control).

Pero como REDD+ tomó más tiempo del anticipado para comenzar, los efectos reales de las intervenciones apenas están emergiendo, dice Duchelle.

“Comenzamos recolectando información de línea base en el año 2010, y originalmente planeamos volver en 2012 a medir los impactos de las iniciativas ya que pensamos que REDD+ se realizaría muy rápido” dice la investigadora. Esto no sucedió y en lugar volvieron en 2014, aunque la implementación apenas estaba comenzando.

REDD+ se ha movido lentamente en todos los ámbitos. Pero esto no debería sorprender, dice Christopher Martius, otros  de los autores, investigador principal de CIFOR y coordinador de su investigación sobre  cambio climático.

“Es un gran trabajo alinear 190 países dispares alrededor de un objetivo común, y luego tratar de desarrollar mecanismos que funcionen para todos. Se está tratando también de establecer en los trópicos algo que ni los países desarrollados tienen, como la colaboración entre los ministerios” explica Martius.

“No es como eliminar fluorocarbonos donde estás lidiando con un proceso técnico. En este caso se trata de muchos problemas sociales, con las personas que vive en los bosques y que dependen de ellos, y debe haber soluciones viables para ellos”.

Los países participantes en REDD+ también han tenido que desarrollar formas de medir con precisión el carbono de sus bosques, encontrar mecanismos justos para la distribución de pagos y otros  beneficios, además de garantizar que ni los pobladores ni el medio ambiente locales reciban impactos negativos derivados de las iniciativas REDD+, siendo todos estos problemas espinosos.

“REDD+ se ofreció como la forma certera y rápida de abordar el problema de la deforestación. Solo hay que darles dinero a las personas y ellos mantendrán los árboles en pie. Así nada más”, dice Martius: “No es así de simple”, agrega.

“Las personas piensan que el cambio transformacional es rápido porque parece explosivo, pero toma bastante tiempo cambiar el estado habitual de las cosas”, agrega Duchelle

¿HA SALVADO REDD+ ALGÚN ÁRBOL?

 Sin embargo, se ha alcanzado progreso, particularmente a nivel de capacidades y de política. A partir de 2010 ha habido clara mejoría en la habilidad de muchos países para medir, verificar y reportar cambios en la cobertura forestal y las reservas de carbono, un aspecto esencial para generar confianza.

“Estos son resultados tangibles. Son resultados de políticas, las cuales no se traducen inmediatamente en la protección de hectáreas de bosque, pero constituyen la base para lograrlo”, afirma Martius.

Así que, ¿Ha salvado REDD+ algunos árboles? Hasta el momento quizá sí haya protegido algunos. Los resultados del Estudio Comparativo Global sobre REDD+ indican que en cerca de la mitad de los sitios ha habido un leve descenso en la deforestación.

“Pero las evaluaciones de impactos como estos son inherentemente difíciles” dice Angelsen. “Hay que comparar la situación actual con lo que hubiera sucedido en ausencia de REDD+, el cual es un escenario hipotético”.

Esto da espacio a muchas versiones de la historia, dependiendo de los intereses de los diferentes actores interesados y de las posiciones ideológicas, agrega Angelsen.

El estudio de CIFOR está tratando de abordar este tema aplicando rigurosos métodos y siguiendo la implementación a lo largo del tiempo.

‘Es muy temprano aún’, advierte Duchelle. El estudio se encuentra en la tercera y última fase que continuará hasta el año 2020.

“Estamos comprometidos en el análisis del mecanismo REDD+ en un período largo de tiempo. ¿Llegaremos a ver los resultados? Y si no, ¿por qué? ¿Por qué no están cambiado las cosas como lo habíamos imaginado? Es necesario evaluar con sentido crítico su verdadero impacto y consolidar lecciones a lo largo del tiempo para entender su papel en un contexto más amplio de la conservación y el desarrollo”, finaliza.


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